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Gobit 11/11
Si aún no sabés qué es el Presupuesto, en este Newsletter de Gobit te lo explicamos.
¿Por qué Milei no querría que se apruebe su propio presupuesto?
Por: DANIELA ROMERO
El primer año de gestión del presidente Javier Milei comienza un mes decisivo en relación a cómo va a proceder el plan de ajuste que caracteriza a su mandato. Mientras que otros atravesamos el “último esfuerzo” de los finales, el Congreso tiene que poner ese “último esfuerzo” en el proyecto más importante del año.
No le dicen la “Ley de Leyes” por nada: imaginate tener que decidir hoy con cuánta plata vas a contar todo el año que viene, ni un peso más. Para un argentino se siente como ese planteo de “qué somos” cuando recién te estás conociendo; el escenario político-económico en este país es incierto, volátil, impredecible, y armar un presupuesto te obliga a tener que prever todos los escenarios posibles.
El escenario más determinante de prever es el de la inflación. Ahí está la “trampa” de todos los gobiernos. El presupuesto que ideó el liberalismo fija un 18,3% anual y, en base a eso, se calcula cuánto va a ingresar y cuánto se va a gastar. Milei planteó como innovador hacer el cálculo del gasto en base al cálculo del ingreso para no tener déficit. Para algunos podrá sonar como lo lógico, pero lo cierto es que la Argentina está acostumbrada a endeudarse para subsistir (de allí el choque que producen las políticas de Milei).
El quid de la cuestión está en que si se subestima la inflación que va a haber en el año, lo que se recaude va a ser probablemente superior: ¿y qué se hace con esa plata que ingresa por demás? Se usa discrecionalmente. Lo que no está fijado dentro del Presupuesto, el Ejecutivo lo puede usar como se le dé la gana.
Ahí está la clave de por qué se cuestiona la verdadera intención del Gobierno sobre tener o no un presupuesto actualizado: la inflación hoy es muchísimo mayor al último presupuesto que se aprobó -que en nuestro caso fue en 2023, ya que este año funcionamos con una prórroga del proyecto viejo- y, por ende, los montos fijados para cada partida quedaron desfasados. Es como si tu salario de hoy hubiese quedado congelado hace dos años: todo un país funcionando así. Toda la plata “extra” que ingresa el Gobierno la transfiere discrecionalmente y, en el contexto de ajuste, le es completamente funcional al Ejecutivo.
Sería, en otras palabras, un ajuste por default. Ahora bien, en el medio de todo esto está la política. Los intereses de los gobernadores (el bolsillo de las provincias) se vio fuertemente afectado por la consigna de la Motosierra: no solamente el Ejecutivo bajó las transferencias a las provincias, paralizó obras públicas y eliminó fondos fiduciarios, sino que además los propios gobernadores aplicaron el ajuste en sus distritos para que, con menos, sigan funcionando.
Algunos lo hicieron con la peor de las ondas, otros coincidieron con que ese es el rumbo: la señal de apoyo se la dieron con la firma del tardío Pacto de Mayo, pero siguen a la espera de que Milei les tire un centro. Ese centro apunta directamente a lo que negocien en el marco del Presupuesto 2025.
¿Se podría decir, entonces, que el más interesado en que se apruebe el nuevo Presupuesto es la oposición?
En gran parte, sí. La oposición, entre la espada y la pared.
El plan A es que no se apruebe
Pero eso no significa que quieran boicotear el proyecto, necesariamente. El secretario de Hacienda, Carlos Guberman, y el diputado de LLA y presidente de la comisión de Presupuesto, José Luis Espert, estuvieron estudiando a fondo el proyecto estos meses. En el Senado se encargan los asesores del libertario Ezequiel Atauche, que cumple el mismo rol que Espert pero en la Cámara alta.
Si es de verdad que no quieren trabajarlo, que me avisen así me quedo planchado”, se reía este último a la salida de la primera reunión formal sobre el Presupuesto 2025 que mantuvieron en Casa Rosada. La idea es que avancen con las negociaciones “en espejo” entre ambas Cámaras para así agilizar el procedimiento legislativo y que cuando pase por el Senado no tengan que negociar todo de cero. El tema es que para que pase como por un tubo la oposición debe evitar poner trabas en su negociación: el dilema para ellos es que, si lo hacen, el Gobierno no tendrá problema en volver a prorrogar el presupuesto.
¿Y qué está haciendo la oposición?
A diferencia de los proyectos a los que al Gobierno le interesa que se aprueben -como fue la Ley Bases o Boleta Única de Papel- esta vez tienen un márgen de negociación muy limitado. No pueden amenazar con no votar o no firmar para pedirles algo, si al Gobierno le da igual… ¿cierto? Lo que sí pueden usar es el toma y daca por atrás: acá es cuando se ponen otros intereses en juego. Ellos lo que recriminan es que se trata de un Presupuesto con optimismo inflacionario y exacerbado ajuste que, en esencia, ´no lo paga la casta, sino los docentes universitarios y los jubilados´.
Lo que quieren, entonces, es reorganizar las prioridades. La oposición más “dialoguista”, como el bloque de Encuentro Federal que dirige el diputado Miguel Ángel Pichetto, presentó su propio dictamen: es decir, su propia versión del Presupuesto en el cual, en línea con el equilibrio de cuentas que pide Milei, proponen que el déficit cero se mantenga recortándole a otras áreas.
Una alternativa en la que, esencialmente, pide aumentar las partidas universitarias y las jubilaciones reduciendo los beneficios fiscales que mantienen empresas como Mercado Libre o regímenes especiales (extensiones tributarias) que gozan algunas provincias, como Tierra del Fuego. También proponen que la Secretaría de Inteligencia (SIDE -que maneja el íntimo asesor del Presidente, Santiago Caputo- y la Secretaría de Inteligencia -comandada por él jefe´, Karina Milei- sacrifiquen sus ingresos, luego de que en el proyecto quisieran aumentarles el doble de las asignaciones.
“Miguel Ángel Pichetto está jugando para el Gobierno”, se reían desde un importante despacho en Balcarce 50 al darse a conocer esta iniciativa, en diálogo con GOBIT. Lo que ellos interpretaron es que, de querer insistir con su versión del Presupuesto, lo único que lograrán es que no se apruebe. En otras palabras, si no sale como Milei lo quiere, no sale. “¿Qué se supone que tenemos que hacer, aprobar un Presupuesto tan desastroso como este?”, se quejaban del bloque de Unión por la Patria. No hay nada que la oposición pueda hacer que no beneficie al Gobierno porque si no lo aprueban, les dan el gusto, pero no quieren marcarse políticamente a favor del ajuste de Milei.
¿Por qué el Gobierno necesita el Presupuesto?
De todos modos, las negociaciones se están llevando a cabo. Si bien no se dio a conocer aún qué cambios habrán en el proyecto para el dictamen, los gobernadores sí mantuvieron encuentros con tanto Milei como con los legisladores para trabajar en pos de que el proyecto salga adelante. En el Senado también se activaron las conversaciones con el Ejecutivo para entonarlos sobre lo que se viene. Es muy probable que el aumento de las universidades se dé, aunque no en la medida que reclamaba el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN): algunos reclamos serán atendidos, mientras no alteren el déficit. En ese sentido, la fuerte demanda sobre el aumento previsional se lo pueden ir sacando de la cabeza con peine fino.
Lo que sí le interesa a Milei es Estados Unidos. ¿Qué tiene que ver con el Presupuesto? El proyecto marca un plan fiscal que para el FMI y el mercado internacional en general significa una hoja de ruta que ven necesaria para depositar su confianza y llevar adelante negociaciones futuras. No olvidemos que la Argentina debe US$45.000 millones al Fondo, su principal deudor, y éste se mantiene expectante en la política de crecimiento para garantizarse de los pagos.
El Presupuesto, en ese sentido, demuestra seguridad en el plan de Gobierno, especialmente si consigue el aval político del ladrido Congreso -lo cual, además, sería una señal de gobernabilidad que les es importante a largo plazo, aunque eso les resulta tan importante como el humor social dadas las elecciones legislativas que se vienen en 2025-.